jueves, 31 de enero de 2008

Collige, virgo, rosae...

Luna creciente: tiempo de mirar
cómo cruza tu firma
horas en que el reclamo
insostenible muere cuando cierro
estos áridos ojos.

Y crecerás, manchada,
y nuevamente escaparás. Agrego
otra pobre moneda
a la fuente, que ahoga
cualquier reflejo asible: demorados.

sábado, 26 de enero de 2008

Y juzgo los papeles, y deseo
el milagro profundo:
por una disyunción afortunada
te agradará buscarme,
y volveremos al antiguo lecho
de piedras solitarias,
y buscarás mi mano, y buscarás
el silencio común
y el paso compartido, y discusiones
tozudas y objeciones
morirán en caricias.

Y no es posible: escribo, y pasa el tiempo,
pasan los días, das
otra sonrisa y otro llanto al mundo,
y mi cuerpo envejece,
pasto de libros y de pergeñados
atisbos de un sollozo
que doy a los demás (para olvidar,
para negar tu cosmos),
y nada tiene fin, y en un estanque
boqueo por tus labios,
lejana la salud.

viernes, 25 de enero de 2008

Embrutecerse - (Parcial)

Lo que, torpe
consumo, carrusel o vaso,
altera la gramática, aforía,
en esta doble empresa que el cincel
del segundero remeda, es todo
lo comentado en la presión.

Rueda de la sabiduría, vacilan
todas las hueras, avestruz, etapas,
como caducas máscaras. Reviso,
en esta nueva exploración, los restos
de una pedantería sentimental, arranque
que incluso tarda y sangra; yacen, sí,
armario descartable, varias vasijas
de fragmentar aromas, maldición.

(Como que la vejez
es un reckoning de las muecas pasadas;
como que con respiros
de un agua ahora un tanto
más hábil, acomodaría
de nuevo las llanuras,
el resplandor, las piedras.)

martes, 22 de enero de 2008

La vida, rebajada,
no sabe de contornos, diques,
y su continua taquicardia, estero
moroso y desvaído, dificulta
la danza que apreciás.

Dejarla por compases
eficaces, precisos:
pocos este consuelo siguen;
y del manchón de los días,
que otro descuido
universal, copioso, reverbera,
te avergonzás y huís.

sábado, 19 de enero de 2008

a Marina

Así, un ritual muerto,
desteñido, lejos del deseo,
se aleja con su sopor de horas neutras
únicamente. Me pregunto
qué tiene el otro ser más allá
de sus palabras, gestos, y cómo
es que, sentado frente a mí, conversa
con el reducto de una sombra.
Y, ya dejada la avaricia,
percibo, ahora sí, una voz
que me trasciende,
que no busca impacto o gloria,
que ordena, pulcra, mi verbo y que limpia
sus delicados labios cada vez
que muerde de su sandwich.

jueves, 17 de enero de 2008

Fórmula

Un poco de hastío, un poco
de perfeccionada memoria,
un poco -pero mucho-
de severidad,
de sobreexigencia,
de autoflagelación:
lográs así otra imagen divina
con la que conversar un poco, para, impío,
someterla luego al escarnio
de los demás.

lunes, 14 de enero de 2008

Por una perversión, que continúa
sus rondas y registros
en azuladas poses, ya no busco
otro cuerpo que luzca
otra piel, otros ojos, otras manos.

Poder que conmemora su vejamen
con pesquisas nocturnas
y zancadillas-liebre, me prepean
el guiño y la artimaña,
y desespero, y me conturbo: un día.

Asisto al edecán que me mensura
con armas de la paz,
y es ese veto con el que se fuerza
a mi labio partido
a darme contra un morbo de esposado.

Y los alucinados que perciben
otra terca memoria
leen el abandono.

Pasa una chica -un nombre-: el espejismo
de algo que se repite
detrás de más barrotes.

domingo, 13 de enero de 2008

Bachiana nº 5 - (Diosa Blanca)

Recordás el poema, y su cadencia
de verdad intocada
vuelve como una sombra cada vez
que intentás otra cosa.

Y comenzás a odiarlo, y en silencio
sabés que ya pasaste
una vez más por esa calle vieja,
y queda redactar.

Después ponés la música de siempre
y complacés con poco
el hambre que tenías de escritura.

Otro día en que muere
esa ceja viciosa. Con las sobras
siempre el mismo requecho.

viernes, 11 de enero de 2008

Abracadabra

Y la yacija, y los diversos
aromas sordos que el calor
marca más todavía. La sábana,
imposible, caída
más allá del cuerpo, guardado sólo
por un slip sabedor
hacia el que mirarán los ojos,
inevitablemente,
de cualquiera que abra la puerta
para hablarme. El suelo, sucio,
de despertar, beber un vaso en la cocina
a tres de la mañana, torpe,
abotargado.
Y dar contra el aliento
de un pelo y cuello y brazos transpirados,
debajo de la almohada gorda;
y hacer un mate,
mientras se tiene a mano
un libro, el cigarrillo.

Aguafuerte

Peluche sin tensión,
abalorio teñido
por su sudor-espera,
maderamen que pide
como una estrofa, muda,
la mujer apacienta
vinagres, carantoñas,
quedos quejidos, pasos
que van de la cocina
al cigarrillo, y vuelven.

Cocina, cigarrillo,
guiso, soda, milagros
súbitos, indecentes,
y los días iguales.

Pastar esa vejez
con hálito constante
y riñonera chueca,
condición repetida
por cuadras y más cuadras.

Violín (viejo poema)

Ventana abierta.
La brisa: hielo.
Cuatro navajas.