jueves, 18 de octubre de 2007

Suena la tele, lejos
de este pasivo quieto, coincide
la disección en ganas no almibaradas
de disecar, ajenjo
es lo que ignora el turbio, medianías
que ya colapsan, puerta inclinada
a lo que parte.

Como gota caída casi al espanto tibio,
que la distancia atempera, sabés
que no coinciden tantos espacios en vos
sino por pauta mezquina, señalamiento
que aleja, nuevamente, quietas,
las certidumbres ínsitas, o sea,
no reconoce el modo
particular
de algo que no es mucho menos
que una profanación.

Zumba la compu, ajena
a cada cúbica forma señalada
por la nostalgia risible
de lo que cae siendo. Certidumbres
no te hacen falta, hacés
de todo un gran camisón violeta
en el que acomodás
las fichas añejadas en ruptura
de todas las habitaciones a mediano plazo.

Así (siempre el "así"), mezclados
por la inclemente mansedumbre de postergar
lo mal que conocemos, colofón medido
que se entretiene, del vocabulario, las endechas,
las trepanaciones
y lo que aprendimos a decir, heterogeneizados.

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