Ganglioma opuscular, elige el tomo
de ritmos y raíces,
suave clinamen que la escolopendra
medía, magullada.
Ganglioma y maderamen, insistía
con roces y rechazos,
y esa cobija, irrenunciable, pulcra,
enceguecía el morbo.
Ganglioma del aroma navideño,
ganglioma reiterado,
su suerte mejoró.
Como si a Circe, industria alcanforera,
Bolocco reclinada,
le tocara mentir.
Ahora, Pablo, nuestras casitas se parecen. Ahora los dos vivimos en sonetos.
ResponderBorrarMe gusta lo que estás haciendo, eso de sacar de quicio los cimientos. Un poco como el último Girondo, se me ocurre.
Las
pal
abras
se
abren
Un abrazo.