Apenas conocí
mi mente; de los otros, tristemente,
suposiciones torpes.
Apenas dediqué
mis días a escribir, a convivir
con oraciones pulcras.
La gata, en la azotea. La escritura
fue escapar retornando:
reguero, disciplina.
Ascesis fútil. Miro a la ventana
y nada me prometo.
Nada querer; ni olvido.
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