No se presenta. Cuando la hojarasca,
barrida, acomodada,
ya no cruje a mi cierzo: una mujer,
cuya voz era cierta,
presa ahora de dìas y de niños,
y de rutinas y
de la vida, sin màs. Ya la quitè
del mito, y, colapsada,
se refugia en silencios de otra especie,
en una noche neutra.
Barrer todos los dìas. El presente
deberìa evitar
toda sombra ominosa, todo paso
pesado, y los fantasmas
jugar en la comedia de los textos.
Comodines que dancen
salvajemente heridos y sonrientes,
y pùdicos y atroces:
una fiesta querida, un estropicio
renovado y fatal.
Barrer todos los dìas. Una ascesis
de tiempo solamente,
o de terapias francas. Sè, por hoy,
que el desespero es tonto,
y que es vulgar, aparte de que aburre
a los otros. Un pucho,
sin mùsica ni radio. Afuera, un perro
no le ladra a la luna.
woo me gusto mucho es sobre la rutina de la mujer waoo sin palabras
ResponderBorrarMuy vallejianos estos poemas! Qué lindos. (no lo malinterpretes, es un tremendo elogio para mí). Un beso.
ResponderBorrarGracias, Gau. Visite cada tanto el sitio, que me honra. Nos vemos en el chat.
ResponderBorrarBesos.
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¿Vallejo? :) No me lo esperaba. Ahora que me acuerdo, hay un poema de una que le lavaba la ropa...
Soy seguidor de tu "Museo Salvaje", Minerva, aunque no te las comente mucho que digamos. Me acuerdo de una, no sé si timbres todos arrejuntados.
Acabo de ver que tenés otro blog: voy a pispearlo.
Saludos.