Tozudo el enfermizo: quiere el màs,
estando solo, de
lo que arreciò como caricia; estando quieto,
quiere lograr el màs,
y para siempre el màs: paso precario,
nunca aluviòn. Ya topa
la mùsica lo cierto, y se decide
a pergeñar un trozo: un estallido
levemente frotado, y almas, piedras:
voz como nadar, y adentro
choca contra ese màs. Pero descanso
serà la arena: dado que desata,
aun cuando perplejo,
ese ligamen de menor valor. Un ala oscura
o claridad espiritual
lo duermen, aunque sabe
que contra el màs -poeta que pintaba-
tendrà de nuevo, aljibe,
que batallar. Y pasos en la arena
son buena decepciòn. El fiel Poulenc,
el ordenado, es mate, incluso rojo,
y ciertamente azul. En èl se tiene.
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