Toqué a la puerta. El humo
del mediodía hacía de la brisa
algo más que tibieza,
algo menos que invierno corroído.
Entré. Junto a la mesa,
caída la cabeza sobre el pecho,
dormía el viejo. Entonces
despertó, y se volvió: muy lentamente.
Y una sonrisa incrédula,
la de quien ha soñado con el tiempo
y se encontró con sombras,
me dirigió, cansado, juvenil.
Y nada más. El viejo
habló para olvidar esos embrujos.
Y hablé, y otra vez fuimos
una arena fortuita y desgraciada.
Hay alguna combinación de letras que forma el comentario más lindo que te podría dejar jamás. Hay alguna combinación de letras que forma un mensaje que nadie soñó, y que te podría cambiar la vida.
ResponderBorrarEsta combinación de letras no es nada de eso.
Una arena fortuita y desgraciada me dirigió cansado, juvenil despertó y se volvió muy lentamente algo menos que invierno corroído EL VIEJO QUE YA NO DUERME
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