viernes, 10 de agosto de 2007

nº 1

Ha vuelto con sus dientes el pasado:
las madrugadas crujen al pedir
que sueñe con su cuerpo. (Presentir
puede ser piedra contra que el arado

de los días iguales se tropiece,
y puede que ese puede se repita
indefinidamente.) No se quita
sino con hielo esta ansiedad. Que cese,

le pido a aquel amor, su cercanía,
pero que no se vaya; tanto guía
a la vez que confunde su relente.

O que no sea voz que se presenta,
pero que siga hablando; se contenta
y no con tal caricia mi pendiente.

1 comentario:

  1. Buenas tardes: Un saludo poeta. Creo que,en mi humilde opinión,ambos poemas son excelentes, pero fue más de mi agrado el segundo, dónde hablabas sobre la ilusión que no llega y aún así te alimenta, como se vé, el primero es un ejercicio en el que muestras cómo la lectura reincide en la interpretación del lector, en realidad poemas muy buenos. Desde Bogotá, casi la luna apareciendo con un ambiente frío y de dejo, te saludo. Espero que sigas ofreciéndonos tus excelsas letras.

    Un beso, Liliana.

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