Tu voz es verdadera. Ramalazos, de pronto,
me alcanzan, sin ambages ni deudas ni temores,
el pasado vivido, exhalaciones que,
viento entibiado, traen una luna que alivia.
Qué bueno haber vivido. Qué bueno que regresen
los viejos sentimientos, mansos como una lluvia
que cae por semanas, de gotas gruesas como
los dedos que laboran la tierra, que persiste.
Ha pasado tu voz, que no creí volver
a escuchar otra vez, y me desesperaba.
Hoy sé que sos la misma, a pesar de los años,
y que podemos ser un túnel infinito.
No abandones la práctica de la escritura poética, Tamarit. Tus poemas son extraños y atractivos.
ResponderBorrarA mí, particularmente, me sucede que muchas veces para entrar a la prosa, a la escritura en prosa, debo antes atravesar ese tamiz, esa suerte de malla o red precisa que van formando los versos mientras se alzan.
Creo que escribir poesía es depurar, afinar la palabra, esa herramienta.
Pero no quiero ahora divagar. Me voy.
Un abrazo.