La vida, rebajada,
no sabe de contornos, diques,
y su continua taquicardia, estero
moroso y desvaído, dificulta
la danza que apreciás.
Dejarla por compases
eficaces, precisos:
pocos este consuelo siguen;
y del manchón de los días,
que otro descuido
universal, copioso, reverbera,
te avergonzás y huís.
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