martes, 8 de julio de 2008

Viejo que duerme

Toqué a la puerta. El humo
del mediodía hacía de la brisa
algo más que tibieza,
algo menos que invierno corroído.

Entré. Junto a la mesa,
caída la cabeza sobre el pecho,
dormía el viejo. Entonces
despertó, y se volvió: muy lentamente.

Y una sonrisa incrédula,
la de quien ha soñado con el tiempo
y se encontró con sombras,
me dirigió, cansado, juvenil.

Y nada más. El viejo
habló para olvidar esos embrujos.
Y hablé, y otra vez fuimos
una arena fortuita y desgraciada.

2 comentarios:

  1. Hay alguna combinación de letras que forma el comentario más lindo que te podría dejar jamás. Hay alguna combinación de letras que forma un mensaje que nadie soñó, y que te podría cambiar la vida.

    Esta combinación de letras no es nada de eso.

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  2. Una arena fortuita y desgraciada me dirigió cansado, juvenil despertó y se volvió muy lentamente algo menos que invierno corroído EL VIEJO QUE YA NO DUERME

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