domingo, 26 de octubre de 2008

A Soledad Nieto

Silencio. Y mi mitad -la que escribía-
ahora quiere el monte, y se levanta
bajo este cielo terso, despejado.

Silencio. Pocas cosas me sonríen,
y sonríen a un lienzo, y de la espera
sólo espero la pausa que conforta.

Las cosas no producen sino un nombre
que nace del silencio; la caída
es el hallazgo, y nada se detiene.

Silencio. No agonía ni vislumbre.
Apenas una luz que, derrotada,
va en busca de más luz.

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