lunes, 6 de octubre de 2008

A Mal Waldron

Las bóvedas que el sueño
impone, las afrentas
al despertar, la lucha:
hay otros en mi mente,
y sólo la continua
conciencia los coliga
en esta fiebre mala,
en este pasadizo.
Oneroso pujar
contra cuerdas que niegan
un último estallido,
una sombra pacífica.
Imanes que en su lucha
se rechazan y atraen,
víctimas y elementos
de una física propia.
Yo me cerceno y sigo
como quien tiene fe:
sin lágrimas, abrupto,
encadenado al muelle.

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