martes, 12 de mayo de 2009

El observado

Cortina, en ese tiempo,
era defensa. Así,
dado a los ojos, vicio
y el mismo padecer.

Incomunicación
mediada por cristales,
y un yo que pergeñara
un altar en secreto.

Altar: enfermo el sitio
y enferma la palabra,
el placer exigía
olvido de los otros.

Y pasos en la noche,
y un anciano se esfuerza,
y todos los estigmas
visto y luzco. Pasad.

2 comentarios:

  1. de nuevo, otro poema genial!!
    Me gusta muchisimo lo q usted escribe.
    Me llevo sus palabras:
    "Altar: enfermo el sitio
    y enferma la palabra"

    saludos!
    y siga asi!!!

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  2. Gracias, Anónimo. (Responderle a alguien con su nombre es un poco raro.) No se preocupe: tengo planeado seguir publicando. No sé si como este poema; ni sé si este poema es de los buenos. Pero, que publico, publico. Saludos.

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