Pasaba viejos versos a la Muerte,
tocaba el piano, lengua,
sobre Bill Evans que,
sedoso, acompasaba mañanitas
a un pelado que, un poco
depresivo, tipeaba
con este cordobés. El hombre quiso
sonidos de mi quena,
soplidos que, sonoros,
no llegaban allá. Yo imaginaba
un caset con "las horas",
vaso en la piel, ardidos
esos reproches, paro, demasía
en el cariño. Lluvia,
marejada de seda,
un hermano en el norte me sonríe,
un amigo en el sur
toma mates y, Córdoba
en su irlandesa lengua arguye, popa
que parte nuevamente:
gente que viene y vá, y que vuelve, y antes
éramos en la esquina.
Me gusta Bill Evans... a Spinetta también.
ResponderBorrarHola, Mimo, ¿qué tal? Bill Evans fue un pianista inaudito, realmente. En cuanto a Spinetta, supongo que Luis Alberto ha escuchado esa y otras músicas inspiradoras y sugerentes.
ResponderBorrarGracias por seguir leyendo, Mimo. "será una mancha de tinta"...,
Tam!