Sonriente, despejada,
llegó a mi sueño, y malabares rojos
brindamos, y era exceso.
Y luego fue la Amada,
antigua doble faz y su dictamen.
Y no hablar ya, y no estar,
y silenciar hasta las pausas, ido
de los presentes que
conversan y concluyen,
y alternan y se entienden y sonríen.
ya hace un tiempito q vengo siguiendo su blog y quería comentarle q este poema me fascinó. Es, hasta ahora, uno de mis favoritos.
ResponderBorrarEnvidio su capacidad poética...
Saludos!
Pero muchas gracias! No se me ocurre qué más decir. :)
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