lunes, 25 de mayo de 2009

Cicatriz

Miríada leprosa, los labios se deshacen
y fungen como maras que esculpieran en barro.
Ronca la giba muerta, rechaza los cohechos
y parte. A más tardar, mañana lloraré.

Mi mate es estropicio de mechas azarosas,
y los montes raídos capitulan y acechan;
y por más que, joviales, los grandes telesféricos
se ericen en la noche, mañana lloraré.

Lloraré el crisantemo, la boba melladura,
el prolijo oxitracio, la muleta de nueces;
lloraré estrepitoso, lloraré desguazado,
y Gismonti y sus senos me llorarán a mí.

Y luego este cuerpito -percherón y escarpines,
y mentol y muñecas- segará el ilusorio
crucifijo de avispas, y, herido de estaciones,
demolerá manojos que agredan como muelles.

Porque la discreción del cretino insidioso
y la cofia de mami guiarán a diademas
de sensaciones tibias y a velas excavadas,
y no habrá voluntad de guarecerse ya.

2 comentarios:

  1. pablo, imágenes preciosas, únicas, dolorosas y ardientes... como sos seguro... me gusta mucho y resuena en mí el "crucifijo de avispas" un beso y a por más:*

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  2. Gracias, Lady, muchas gracias.

    Si algo me la hace significativa a esa imagen, es por las avispas, que pertenecen a un viejo sueño mío, te cuento. Crucifijo creo que es la primera vez que lo uso.

    Gracias por visitar.

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