La densidad inmuta, la marea
-comején del silencio-
avanza, tarda réplica caída,
y desde el turno alcanzo
a contemplar espacios, devenires,
tormentas que terminan,
tallo y quiebre de ríos. Crisantemos
era lo que decía,
y el báquico horaciano ahora tumbas
arracima y desplaza.
La corrección, las hijas de la noche
y el matecito teucro
que ahora tomo -rapto, su fugaz-,
sonido, comunión,
alivian el pasado -esclavizar
hacia adelante-, y clavo
y palo, y la inmutable sucesión
de la molienda fina.
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